Si a Franco Colapinto se lo ve sufrir durante los entrenamientos es porque lo necesita para pasarla lo mejor posible a bordo del Williams. El domingo el piloto de Fórmula 1 que lleva apenas tres carreras en la máxima categoría del automovilismo mundial volverá a correr después de casi un mes en el que el calendario tuvo una pausa. El pilarense, a base de correctísimas presentaciones, fue centro de atención en los medios de comunicación.
Desde los mates que “descubrieron” gracias a él, pasando por una inusual apertura hacia el público que los británicos no suelen tener entre sus pilotos y los trabajos que realizan junto al joven piloto son algunas de las facetas que Williams muestra con orgullo. Lejos de esconder los secretos del éxito, la escudería que no es de las más veloces que tiene la categoría, sí aprovecha velozmente todo lo que está generando el argentino.
“Después tenés un dolor de cervicales que no podés ni moverte. A la noche te quedás duro en la almohada; te levantás y estás tipo Robocop”, expresó jocosamente durante una entrevista “Colapa”.
El tono bromista para nada se condice con lo que se ve en el video que se viralizó. Unas bandas negras envuelven su cabeza a la altura de la frente, otras salen de sus laterales a las que se le agregan una especie de argollas. Encima, la cabeza del piloto vibra.
Sino fuera por la tremenda exposición que Franco viene teniendo desde hace varias semanas, por lo que su rostro ya está casi incorporado al imaginario, sería imposible identificar quién está detrás de esos elementos.
Las imágenes muestran a un Colapinto sufriente. Si el pilarense puede contar con picardía el episodio (que parece hasta traumático) es porque sabe que esa actividad hará que su rendimiento en la pista sea más óptimo. Si los resultados son buenos, esa comodidad toma otro significado. “Es algo fundamental en nuestra disciplina ya que el cuello es lo único que de cierta manera va suelto y sufre mucho más todas las fuerzas del auto y los golpes”, explica Nicolás Bollero.
Él también es automovilista, de los que van en la butaca de los navegante. Como se dice coloquialmente es “del palo de Franco”. “El peso de la cabeza más el del casco, obviamente supera la resistencia que uno puede tener en el cuello. Por eso se entrena mucho”, reconoce Lucas Mohamed, otro “del palo”, ganador del premio LA GACETA al mejor deportista en 2014, y piloto que se destacó, principalmente, en el Turismo Nacional, categoría en la que fue subcampeón hace 10 años.
Si bien los dos tucumanos compiten o compitieron en modalidades muy distintas a la de Colapinto, y en vehículos sumamente diferentes, en todos los casos la atención que se lleva esa parte del cuerpo es importante porque existe la fuerza de la gravedad (fuerza G). Tanto en las dos máquinas con techo y cerradas, como la de Bollero o en las que anduvo Mohamed, como en el Williams del pilarense, aerodinámico y abierto, la fuerza G incide en ellos.
Básicamente en esas imágenes en las que se ve la cabeza de Franco enfundada, con cuerdas tirantes que trasladan intensas vibraciones, se está simulando la fuerza G que un piloto de Fórmula 1 siente cuando maneja el monoposto. “No tenemos la posibilidad de tener esa máquina tan sofisticada”, cuenta Bollero. El profesor de Educación Física, además de seguir las pautas de su preparador físico, también tiene los conocimientos para planificar una rutina de ejercicios para fortalecer su cuello. “Algunos chicos están usando como si fuera un collarín adaptado. Una vincha que se tira con bandas y algunas poleas, pero no al nivel de la Fórmula 1, obviamente. Las fuerzas externas las hace el preparador físico o algún ayudante”, ejemplifica el navegante.
El sistema que utiliza Williams es de la marca Iron Neck. La marca se especializa en el desarrollo de dispositivos para eliminar y prevenir el dolor de cuello, pero su uso derivó en la efectividad que consiguen los deportistas en el fortalecimiento de la zona y para evitar lesiones. Colapinto utiliza uno de los accesorios que puede verse en el catálogo on-line de la marca y también puede comprarse. La descripción técnica es “arnés de cuello” y, como describió Bollero sirve para que el usuario, mediante una fuerza externa por ejemplo generada por unos discos de pesas, tenga una resistencia.
O bien, la marca también tiene otros sistemas más avanzados, con una especie de plataforma circular que se coloca en la cabeza y mediante un dial rotacional que es ajustable, más las bandas, el dispositivo es lo más parecido a un entrenador de cuello; ergonómico, portátil y fácil de usar. Los beneficios que genera, según la descripción del catálogo son: aumentar el flujo sanguíneo a todos los músculos del cuello, ayudando a reducir la tensión y la fatiga con más de una docena de ejercicios posibles. En el caso de los Colapinto, Bollero o Mohamed, el empleo de la herramienta en un entrenamiento tiene más que ver con la búsqueda de una mayor fuerza del cuello.
En el auto de Fórmula 1, los pilotos pueden llegar a soportar hasta 6,5G en una curva. Eso en condiciones normales, pero en caso de accidente se puede llegar a multiplicar. Una fuerza de 2G ya es muy potente para cualquiera. De hecho, los airbags de los automóviles suelen activarse automáticamente si notan una desaceleración que genere 3G.
“Los monopostos son autos en los que la fuerza G y la velocidad de curva es muy superior a un auto con techo que es en los que yo corrí”, detalla Mohamed. La velocidad de curva para Colapinto es mucho mayor. “Así que la fuerza G que él puede llegar a sentir es superior a la que yo sentía en el auto del TN”, explicó el ex piloto. “Uno va entrenando a medida de las necesidades”, agrega. No es que Lucas no prestaba atención al rendimiento de su cuello cuando corría, pero no era tan prioritario como sí lo es en el caso de la Fórmula 1. “A mí me sobraba con el físico que tenía, me sentía lo suficientemente bien”, reconoce. Por su actividad de mecánico, ejerciendo fuerza para reparar autos los autos en el taller, Mohamed tenía lo justo para no tener que entrenarse específicamente en esa zona.
Bollero en su modalidad no tiene prácticamente que lidiar con curvas a alta velocidad. Junto a su padre Rodolfo, que terminó dos veces el Dakar en moto, se interna en el campo traviesa del Campeonato Argentino de Navegación, entre otras competencias, en plena naturaleza. “En el Cross Country tenemos sacudidas y los golpes son de repente. No se puede prever como, por ejemplo, en un auto de pista. El piloto sabe que tiene cinco curvas a la izquierda, seis a la derecha. Y que si la vuelta la hace siempre de la misma manera y a la misma velocidad, por la misma línea, la fuerza será igual o muy similar. En la camioneta y por los caminos que vamos es muy impredecible en ese sentido”, advierte. “La verdad es que es peligroso y lleva un gasto energético muy grande. Si no estás entrenado, te pasa factura al día siguiente o empezás con problemas cervicales y en la zona dorsal”, añade.
“No es lo mismo doblar a 300 kilómetros por hora en un Fórmula 1”, aclara Lorenzo Daz. El subcampeón de la Rotax Bonaerense en la categoría Senior Max, dobla en los kartódromos a 100 kilómetros por hora, la velocidad es inferior, claro está, pero, como Colapinto hace todo lo posible para no sufrir manejando el karting. “Si el cuello se cansa a mitad de una carrera es muy difícil seguir. El cansancio es inaguantable. El entrenamiento en esa zona es muy complicado, pero en mi caso me gusta”, destaca el ganador del premio LA GACETA en automovilismo del año pasado.
Puede que ejercitar la zona para los automovilistas sea durísimo, pero es necesario y efectivo. Por ejemplo, en 2007, el polaco Robert Kubica soportó un total de 75G durante unos milisegundos cuando chocó contra un muro a 230 kilómetros por hora en Canadá. Apenas se esguinzó el tobillo y tuvo alguna contusión, pero el auto quedó destrozado.
En 2021, el neerlandés Max Verstappen y Lewis Hamilton protagonizaron un espectacular accidente en el Gran Premio de Gran Bretaña. Hamilton y Verstappen pugnaban por la primera posición y sus monoplazas se tocaron en una curva. El impacto que sufrió Verstappen fue estimado en 51G. Por protocolo fue trasladado de inmediato a un centro médico, pero no tuvo consecuencias físicas. Al neerlandés, y con más rostro de sufrimiento que Colapinto, se lo ve en la red social Tik Tok amarrado a un sillón, también con arneses ya no sólo en la cabeza, también en el cuerpo. Las imágenes de su tipo de entrenamiento para el cuello son comparables a la de los condenados a morir en una silla eléctrica. El campeón mundial vigente ya sabe que para llegar a la gloria (lo hizo en las últimas tres temporadas) hay que sufrir debajo del auto. Colapinto lo está descubriendo.